Colombia es resaltada a nivel internacional por su extraordinaria biodiversidad de tipo biológica, cultural y social. En muchas de las áreas protegidas de nuestro país existe además de la diversidad ambiental diversidad cultural, al ser habitadas por grupos indígenas y afro descendientes para quienes el territorio es parte esencial de su cultura, y de la pervivencia de sus expresiones culturales. En las comunidades indígenas esta relación está fundamentada en la cosmovisión indígena, determinada por el respeto a la tierra, a quien llaman “Madre”.

En este sentido, La Sierra Nevada de Santa Marta (SNSM), localizada al norte de Colombia, descrita como la montaña costera más alta del mundo (5.775 m.s.n.m), hace parte del   sistema de áreas protegidas del país, por sus características biofísicas. Fue declarada por la UNESCO, en 1979, como “Reserva del Hombre y la Biosfera” lo cual que debe tener una adecuada conservación del medio ambiente, y promover la investigación científica y el desarrollo sostenible. Este sistema montañoso es habitado por cuatro pueblos indígenas: Arhuacos, Koguis, Kankwamos y Wiwas para quienes la SNSM es un territorio sagrado, considerado por ellos “El corazón del mundo”, al que se debe preservar y mantener en armonía.

Dentro de las características sobresalientes de la SNSM, destaca la presencia de 3 picos nevados como principal reserva hídrica para los departamentos de Cesar, Guajira y Magdalena; es un área importante para endemismos de Colombia y el mundo; ha sido, además considerado como uno de los ecosistemas más “irremplazables” en el mundo con el mayor número de especies en vía de extinción. No obstante, a pesar de la presencia de estas y otras figuras jurídicas por décadas la SNSM ha sido sobreexplotada y alterado su equilibrio natural con pérdidas importantes en  su cobertura vegetal nativa, su biodiversidad y caudal de aguas.

Es en este sentido y en aras de buscar soluciones sostenibles y de conservación de este importante territorio es que el proyecto Swaka, Centro de enseñanza, desarrolla prácticas agrosostenibles, recupera especies vegetales en vía de extinción y enseña a propios y extraños el valor de conservar el corazón del mundo.

El bosque seco tropical, amenazado por actividades de ganadería extensiva, agricultura inconsciente y minería ilegal, son ecosistemas diversos y únicos en la región.

En la Sierra Nevada, están conservados, en cierta medida, gracias a la acción de los resguardos y su regulación autónoma en materia de protección de cuencas, ríos y otros ecosistemas como los de bosque húmedo y de páramo.

Estos bosques desempeñan un papel protagónico en la regulación de los ciclos del agua, el control de la erosión de los suelos y la regulación del carbono.

Por otra parte, aporta conexiones invisibles de relacionamiento entre fauna y flora, el néctar de sus flores cada verano, permite que las abejas y otros insectos polinicen y aseguren la transmisión de genes diversos, adaptados a las condiciones locales y con ello a la salud del bosque.

Un bosque saludable se adapta mejor a los cambios causados por el calentamiento global, permite diversidad de fauna y con ello mayor riqueza biológica.

De esta manera la actividad apícola contribuye a la conservación, y a la vez a la seguridad económica, cumpliendo así el principio de sostenibilidad Arhuaco “satisfacer las necesidades de la comunidad, y que las generaciones futuras puedan hacerlo, haciendo uso de los recursos del entorno sin afectar la madre tierra”

Actividades de agroecología, permacultura y agro-parques, promovidas desde las comunidades serán las llamadas a crecer, de esta manera seguiremos disfrutando de aire limpio, agua pura y vida armónica… y por su puesto del néctar de estos bosques, convertido en miel de abejas.

Nota para retroalimentación

¿Qué oportunidades tienen estos ecosistemas con los llamados bonos de carbono?, Escríbenos en los comentarios